El río
Pero de los misterios del río no vio más que uno ese día, un misterio que lo impresionó vivamente. Vio lo siguiente: aquella agua fluía y fluía sin cesar, y a la vez estaba siempre ahí, ¡era siempre la misma aunque se renovara a cada instante! ¿Quién podía entender ese misterio? Siddhartha no lo entendía; sólo sintió que una vaga intuición se agitaba en su interior.
[…] Vasudeva no era amigo de palabras, raras veces lograba hacerlo hablar. Un día le preguntó:
—¿También a ti te enseñó el río aquel secreto: que el tiempo no existe?
Una clara sonrisa iluminó el rostro de Vasudeva.
—Sí, Siddhartha —repuso—. Te estás refiriendo sin duda a lo siguiente: que el río está a la vez en todas partes, en su origen y en su desembocadura, en la cascada, alrededor de la barca, en los rápidos, en el mar, en la montaña, en todas partes simultáneamente, y que para él no existe más que el presente, sin la menor sombra de pasado o de futuro.