Hola, soy Jaime.

Me llamo Jaime Gómez-Obregón. Hago cosas™️ con ordenadores, leo y escribo.


Jaime Gómez-Obregón

He aprendido algunas cosas

He cumplido ocho meses sin domicilio fijo.

En este tiempo he estado en ocho países y he dormido al menos en 32 sitios diferentes. La mayoría surtidos del azar el mismo día. O de nuevas lealtades forjadas en el camino. Porque el plan es que no hay plan.

He aprendido algunas cosas.

La primera, que la vida tiene muchas más praderas de las que atisbamos mientras vivimos sobre los cómodos raíles de lo cotidiano. Que hay un universo vibrante de aventuras, visiones y personas nuevas al otro lado de los barrotes de nuestras áureas jaulas.

Otra, que la dicha sigue a la amargura como el día a la noche. Que la angustia, aún cuando es intensa, escampa. Que en las lindes del camino hay personas buenas, si sabes encontrarlas. Y que los momentos más bellos son los afectos compartidos con iguales.

También, que no hace falta cargar gran cosa en las alforjas, pues lo esencial basta para vivir. Que los objetos son anclas y responsabilidades. Que hay una belleza inefable en todo lo que es mínimo. Que siempre llega primero el que va más descargado.

Además, que el azar mueve el mundo y gobierna nuestro destino. Que conviene trazar una ruta, sí; pero también saber cuándo divertirla para entretenerse en los meandros impensados del viaje. Que podemos ensanchar las puertas y ventanas por las que entra el azar.

Y que las horas a todos nos dañan, y es bueno que así sea. Que la salud es más efímera que la vida. Que los amigos mueren. Que las ilusiones se apagan. Que los recuerdos se olvidan. Solo los niños caminan indemnes y ajenos.

Paisaje luminoso desde el salón
Rayos de sol y níveos relieves alpinos para celebrar la llegada de la primavera desde la casa de Flurina, imperecedera amistad que diecisiete años después volvió a refugiarme.